La crimea de Emine Ziyatdin

Historia gráfica de Emine Ziyatdin, editor Ivanna Kozachenko
Octubre de 2024

En este recorrido fotográfico, la fotógrafa documental de origen tártaro de Crimea y cofundadora de la ONG «Ukrainian Warchive» Emine Ziyatdin, nos abre una ventana a la vida bajo la ocupación. Nacida en Uzbekistán, su familia había sido deportada de Crimea en 1944 por el régimen de Stalin. Al crecer como parte de la minoría tártara de Crimea en Ucrania tras la caída de la Unión Soviética, vivió de primera mano las vulneraciones de derechos humanos que a menudo sufren las minorías étnicas y de los desafíos derivados de la transición económica y política de su país. Su perspectiva única la sitúa en la intersección de la fotografía documental, la sociología, los derechos humanos y el periodismo. Aquí, comparte las historias detrás de cada fotografía, explorando temas que definen la vida en la Crimea ocupada, como la pérdida, la resiliencia y la identidad.

Estuve en Crimea durante la anexión en marzo de 2014, lidiando con la pérdida de mi hogar y de mi patria. Históricamente, para los tártaros de Crimea poder volver a Crimea siempre ha sido una parte fundamental de nuestra identidad, y ahora, de repente, nuestra tierra había sido ocupada. Cuando regresé en junio de 2014, busqué metáforas visuales que transmitieran los cambios. Sin embargo, nada en el pueblo se veía diferente: los cerezos seguían floreciendo y las plantas del jardín seguían brotando. El reto estaba en representar la inestabilidad subyacente, el miedo y la incertidumbre sobre el futuro, con los ataques y la persecución constante contra los tártaros de Crimea. En la fotografía, mi madre está subida a una mesa y un taburete inestables para llegar a las cerezas. Para mí, representa una metáfora visual de la situación de inestabilidad y desasosiego que se vive allí. 

Vista del valle de Churuk-Su en Crimea, donde se encuentra la ciudad de Bakhchysarai el 7 de diciembre de 2016. Bakhchysarai fue la capital del kanato de Crimea de 1532 a 1783. El valle alberga el Hansaray, el palacio de los kanes de Crimea, un lugar clave que refleja la historia administrativa y cultural del Estado tártaro de Crimea.

Esta fotografía muestra a soldados rusos cerca de una base militar en Bakhchysarai. Cuando se tomó la foto, antes del pseudo referéndum del 16 de marzo de 2014, para nosotros, los ucranianos, era evidente que eran tropas rusas, no de fuerzas locales. Los soldados admitían abiertamente que eran rusos e incluso mostraban raciones militares etiquetadas con «Federación Rusa.» En aquel entonces, los medios internacionales los describían como «personal militar sin identificación,» evitando el término «soldados rusos.» En marzo de 2014 estaba claro que esto era el inicio de la ocupación, pero los líderes mundiales y los medios dudaron en llamarlo así, influidos por decisiones políticas.

En el centro de Simferópol se ha erigido un nuevo monumento a Catalina II, la famosa emperatriz rusa. También se han inaugurado otros monumentos, como uno dedicado a la Conferencia de Yalta (en el cual aparece Stalin), otros a poetas rusos y a las víctimas del terrorismo en Crimea, a pesar de que no había habido ataques terroristas en ese momento. La figura de Catalina II es particularmente controvertida para los tártaros de Crimea, ya que fue quien originalmente anexionó Crimea, poniendo fin a su independencia. El monumento a la Conferencia de Yalta, aunque generalmente vista de manera positiva, es problemático por la inclusión de Stalin, dado su papel en la deportación y el exterminio del 30-40% de la población tártara de Crimea. Los eventos de 2014 marcaron el inicio de una nueva era de ocupación simbólica de Crimea, caracterizada por el uso de simbología y monumentos altamente controvertidos.

Esta foto muestra a Nariman Dzhelal, vicepresidente del Mejlis (consejo) de los tártaros de Crimea, con su padre en su casa cerca de Simferópol en 2016. Con la periodista Lily Hite estábamos documentando la represión en Crimea y en ese momento estábamos trabajando en una historia sobre Nariman Dzhelal. Sabíamos que no lo dejarían en paz, ya que iba dando abiertamente sus opiniones y declaraciones críticas sobre la situación en Crimea. Era solo cuestión de tiempo que registraran su casa y lo arrestaran. Nariman fue arrestado tras asistir a la primera Plataforma de Crimea en otoño de 2021. De manera deliberada fue falsamente acusado de sabotaje y terrorismo en un caso completamente inventado. Cumplió varios años en una prisión rusa antes de ser liberado en un intercambio. A pesar de todo, se mantuvo firme en sus convicciones. Para mí, Nariman Dzhelal es el epítome del liderazgo y la firmeza. Es una persona con unos principios morales inquebrantables. Admiraba profundamente el hecho de que eligiera quedarse en su tierra natal y con su gente, plenamente consciente de los riesgos que corría.

Esta fotografía de mi abuela, Ayriye Emirvilieva, sosteniendo albahaca, tomada durante mi visita a Crimea a finales de 2020, tiene un significado especial para mí. Captura la última vez que la vi completamente lúcida antes de que falleciera en marzo de 2021. Para mí, Crimea es inseparable de mi abuela, que nació en 1932 y vivió las persecuciones contra los tártaros de Crimea, como el fusilamiento de su padre en 1938, la deportación forzada en 1944 y las penurias que siguieron.Su historia refleja la resiliencia y la humanidad que perduran a pesar de haber vivido traumas innombrables, demostrando que incluso quienes han sufrido inmensamente pueden vivir con amor, esperanza y gratitud.

Para mí, una de las imágenes más ilustrativas de la ocupación de Crimea es una fotografía de una bandera con el rostro de Putin, exhibida durante una celebración del aniversario de la anexión en la Plaza Lenin, en Simferópol. Para mí su rostro distorsionado representa de manera metafórica cuánto desean las personas ser engañadas y cómo se aferran a ese engaño. Se aferran a una imagen que no trae nada bueno para nadie. La anexión de Crimea fue bastante diferente de la ocupación de otras partes de Ucrania debido al apoyo de una parte considerable de la población local, lo que se percibía como una especie de histeria colectiva.

Esta fotografía fue tomada el 18 de marzo de 2015, durante una marcha en Sebastopol cerca de la Llama Eterna. Formaba parte de las celebraciones por el primer aniversario de la anexión de Crimea, un momento simbólico marcado por los desfiles y las exhibiciones militares. La imagen captura a jóvenes cadetes participando en el evento, luciendo casi como muñecos inanimados o maniquíes. Al tomar esta foto, me impactó cómo estos jóvenes, que seguramente tenían sus propios sueños y aspiraciones, estaban siendo moldeados en instrumentos de una agenda que iba más allá de ellos. Esta escena parecía casi un montaje teatral, pero lo que me inquietó aún más fue darme cuenta de que, al perder su individualidad, estos jóvenes podían ser transformados en agentes de perpetración de daños.

Esta fotografía captura un momento conmovedor: una niña dormida en un sofá. Se trata de la hija de Arsen Jeparov, arrestado el 18 de abril de 2016 en el pueblo de Krasnokamenka. Fue falsamente acusado de ser miembro de la organización Hizb ut-Tahrir, que la Federación Rusa clasifica como un grupo terrorista. A pesar de las acusaciones, Jeparov no tenía ninguna relación con dicha organización. Su familia llevaba un estilo de vida liberal. La verdadera razón de su persecución radica en su negativa a espiar a sus vecinos, tal y como le exigían las autoridades. Su caso, al igual que muchos otros, es ampliamente reconocido como un acto de persecución política.

Esta fotografía fue tomada durante el bloqueo energético de Crimea en 2016, cuando se voló un poste eléctrico, simbolizando el cese del suministro de electricidad a la península desde la Ucrania continental. El bloqueo fue organizado por activistas, incluido Lenur Islyamov, expropietario del canal de televisión tártaro de Crimea ATR. Islyamov se vio obligado a abandonar Crimea después de que las autoridades rusas confiscaran su empresa y lo acusaran de ser terrorista.Durante este bloqueo, el Canal de Crimea del Norte, que abastecía de agua a la península, también fue bloqueado, lo que complicó significativamente la vida de los residentes de Crimea. Como respuesta, Rusia tendió un cable eléctrico a través del estrecho de Kerch para suministrar a Crimea desde su territorio. Estos eventos se convirtieron en una parte clave de los enfrentamientos entre Ucrania y Rusia tras la anexión de Crimea de 2014.

Muchos hogares tártaros de Crimea han sido injustamente vinculados al movimiento Hizb ut-Tahrir, clasificado como organización terrorista en Rusia, pero no en Ucrania ni en muchos otros países. El gobierno ruso utiliza esta etiqueta criminalizadora como una herramienta de represión contra los tártaros de Crimea, la mayoría de los cuales no practican estrictamente tradiciones religiosas ortodoxas. Etiquetar a estas personas como terroristas bajo la legislación rusa dificulta que sean reconocidos como presos políticos a nivel internacional, a pesar de que en su mayoría son perseguidos por sus creencias.

Este contexto a menudo permanece oculto, lo que hace especialmente importante la visibilización de la diversidad religiosa de las víctimas de la represión. Un ejemplo significativo es una emotiva fotografía de dos hermanas contemplando el mar, miembros de una familia cuyos padres han sido víctimas de estas medidas represivas.

Otra imagen significativa muestra una mesa durante el iftar (la comida nocturna que rompe el ayuno durante el Ramadán) en el patio de la casa de mis padres en nuestro pueblo en Crimea. Esta fotografía evoca sentimientos contradictorios, pues no solo ilustra la cultura y la comunidad tártara de Crimea, la cual sobrevivió a la deportación y a los años de exilio en Uzbekistán, sino que también resalta la importancia de los lazos familiares y de comunidad que ayudan a superar las dificultades. Desde la ocupación de 2014 y la intensificación del control y vigilancia a los tártaros, incluso en reuniones familiares donde solo hay parientes y vecinos, las conversaciones se han vuelto cada vez más cautelosas. La gente mide mucho sus palabras por temor a ser escuchada por intrusos. Incluso las reuniones religiosas ahora requieren un registro, y los imanes o mulás invitados deben cumplir con nuevas regulaciones.

Finalmente, esta fotografía de mi pueblo, Kuman (cuyo nombre significa «kuvshin», un tipo de jarra común en la cultura tártara de Crimea), retrata a una mujer tártara de Crimea preparándose para asistir a un funeral. La escena captura un momento de la vida cotidiana de una mujer que es doctora pediatra. La imagen refleja la resiliencia y la vida que continúa a pesar de los desafíos políticos y sociales en la región.

Emine Ziyatdin es una fotógrafa documentalista tártara de Crimea, investigadora independiente y periodista. Nació en Uzbekistán, donde el régimen soviético deportó a los tártaros de Crimea en 1944. Su familia regresó a Crimea en 1990. Su investigación y trabajo artístico se centran principalmente alrededor de temas de hogar, pertenencia y memoria colectiva. Actualmente reside en Londres.

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